Cuando Olofin creó el mundo, los cielos y la tierra se comunicaban a través de la ceiba; pero los seres humanos defraudaron la confianza de Olofin y este separó los cielos de la tierra.
Desde el principio, Olofin había dado al ser humano todo lo que necesitaban. Estos no cultivaban ni plantaban y cuando empezaron a morir de hambre, Oshún se transformó en tiñosa y tomó una cesta llena de pan y guisantes, y las llevo al cielo.
Allí encontró a Olofin hambriento y lo alimentó. Agradecido por la comida, Olofin le preguntó a Oshún qué deseaba a cambio, entonces ella intercedió por la raza humana. Olofin respondió que no podía hacer nada por aquellos que lo defraudaron, pero en agradecimiento por la comida, le señaló que a mitad entre el cielo y la tierra vivía un hombre llamado Orisha Oko, quien cultivaba y guardaba sus cosechas.
Oshún llegó hasta donde vivía Orisha Oko y tomó todo lo que pudo, de lo que él le ofreció, proveniente de sus cosechas de cientos de años. Ella regresó a la tierra y alimentó al mundo. Por este acto de generosidad la coronaron reina.