Oyá quería a Changó para ella sola pues sufría cuando este se ausentaba. Para impedir que se fuese de su lado, llamó a Eggun, rodeó la casa de Iku y así tuvo prisionero a Changó. Cada vez que este abría la puerta, tratando de salir, los muertos venían a su encuentro chillando. Entonces Changó se retiraba y cerraba la puerta.
Un día que Oshún fue a verle en ausencia de Oyá, Changó se quejó de la situación en que se hallaba. Oshún buscó una botella de aguardiente, miel y casacarilla, pintó a Changó con la cascarilla y emborrachó al muerto que estaba de guardia en la puerta con aguardiente endulzado con miel.
Luego se puso a coquetear con Iku y empezó a enamorar a Oshún, pensando que la iba a conquistar. Mientras tanto, Changó pintarrajeado de blanco se pudo librar de Eggun, que no lo reconocieron. Así Changó pudo escapar de Oyá.